Mi experiencia con la dieta alcalina
por Roxana Chermaz
Seguramente ya habréis oído hablar de la dieta alcalina, por esto contaré mi experiencia y por qué me decidí a seguirla.
Era agosto del 2018 y empecé a notar molestias en la zona del ovario derecho. No me preocupó mucho porque poco antes había recibido los resultados de la citología y resultaron normales. Seguí con mi rutina, frenética, diciéndome a mí misma que no podía ser nada grave. Simplemente no tenía tiempo para enfermar, no me lo podía permitir.
En septiembre llegó el momento que me obligó a tomar consciencia del asunto.
Mi marido, ingeniero de telecomunicaciones, se está actualmente ocupando de temas relacionados con la astronomía. Logró que Fuerteventura obtuviese la certificación de reserva Starlight. Así que en septiembre participó en un congreso al que acudieron astrofísicos de renombre provenientes de todas las partes del mundo y yo lo acompañé.
El evento tuvo lugar en un entorno de ensueño, un maravilloso hotel de Costa Calma en Fuerteventura. Pero a pesar de esto, yo no lo disfrutaba, las molestias que sufría no se aliviaban, al contrario, empeoraban y seguía manchando desde hace semanas.
Ahora que no tenía que atender mis dichosas obligaciones de todos los días busqué el coraje y me obligué a sentarme delante del ordenador. Me sumergí en decenas de páginas médicas y el veredicto llegó pronto. Todos los síntomas apuntaban a una dirección: cáncer de ovario.
Desde ese momento adopté, no sé muy bien cómo, una actitud psicológica increíble. Si ahora lo pienso, fue como si me hubiese puesto en una autopista con una única salida: ¡vivir!
Tengo cuatro maravillosos hijos y las motivaciones me sobraban para lograrlo.
Llamé al hospital de Fuerteventura y les conté lo que me estaba pasando. Su respuesta fue que debía acudir en seguida a urgencias. El médico que me visitó escribió en el informe “preferente” en letras mayúsculas. Aunque a pesar de esto, los tiempos de espera son los que son. A finales de octubre tenía cita con mi ginecólogo de confianza. La ecografía no tenía buena pinta, pero los valores de la analítica no indicaban nada alarmante y me pusieron en lista de espera para una intervención rutinaria.
En diciembre me encontraba en el quirófano, ya medio sedada, cuando escuché al cirujano hablar con sus asistentes de que algo no iba bien: había valores que indicaban que el quiste podía ser maligno. Pararon todo y me volvieron a subir a planta.
Después de un par de horas vino el cirujano que me explicó el peligro en el que me encontraba y que necesitaba una operación más compleja que no se podía realizar en ese hospital, por eso tenían que trasladarme a ginecología oncológica en Gran Canaria.
Os podéis imaginar el estado de ánimo en el que me encontraba en ese momento. Intenté que la situación no se hiciese pesada en casa con mi familia, no me derrumbé. Mantuve una actitud optimista y fue entonces que empecé, o más bien me metí de cabeza, en la dieta alcalina.
Fue mi hijo, el mayor el que me dijo “Pero mamá, ¿tú comes alcalino?” y me habló sobre el fisiólogo alemán Otto von Warburg y sus estudios sobre el origen del cáncer, cómo está este relacionado con una respiración celular defectuosa y cómo se puede corregir mediante una alimentación correcta. Ahora bien, no te voy a explicar cómo es esta dieta, es muy fácil encontrarla en Internet, sólo voy a decirte que, ¡de verdad funciona!
Cuando empecé la dieta lo hice de forma drástica, como siempre, y además, quité casi todo el aporte proteico, aunque esto era intuición mía. Lo reduje a una pequeña porción de pescado que solía tomar a mediodía y esto fue lo que pasó:
me hice una Tac en octubre del 2018 en la que se veía una masa en el ovario derecho, un quiste de unos 9cm. Repetí la TAC en marzo del 2019, poco antes de a intervención, y la masa no había mutado, seguía idéntica, tal vez incluso se redujo un poco.
Más adelante me daría cuenta de lo increíble que era esto.
Entonces, por fin me operaron. La intervención duró más de 8 horas. El día siguiente tuvieron que intervenir nuevamente de emergencia por una hemorragia: otras dos horas y media.
Debo decir que tuve un equipo de médicos fenomenal, todos con un trato al paciente y profesionalidad excepcionales.
Lo increíble que descubrieron durante la operación fue que, a pesar de tratarse de un cáncer de los más agresivos, todo se quedó ahí, sin expandirse.
Luego tuve que someterme a quimioterapia por prevención, dicen. Yo no creo que esto prevenga nada, lo que sí sé es que la actitud, la fuerza de voluntad, la determinación, la dieta y un entorno afectivo que sea favorable sí que influyen.
Hoy en día sigo con controles. Hasta ahora todo bien, gracias a Dios, y estoy firmemente decidida a que esto siga así.
Esta ha sido una experiencia que quiero transmitir a mis seres queridos y a cuántos se sientan inspirados y quieran aprender de mi testimonio.