Escribe el tinerfeño Antonio Rumeu de Armas, el que fuera director de la Real Academia de la Historia, Catedrático de Derecho y Filosofía y Letras y medalla de Alfonso X el Sabio, en las Primeras Jornadas Rubicenses, en Yaiza, (1998) que no se explica como Lanzarotto Malocello, el primer personaje histórico que se estableció en la isla, permaneciendo más de veinte años, aún no cuente con un monumento o reconocimiento público en Lanzarote, cuyo nombre, precisamente, procede del navegador y explorador genovés. Cuenta también el historiador y académico canario- español, que en la Biblioteca Nacional de Paris, se conoce a Lanzarotto Malocello, porque existe un mapa del cartógrafo mallorquín, Angelino Dulcerft, donde pinta por primera vez en el Atlántico, dos islas, la de Lanzarote y Fuerteventura, y las pinta, además con un detalle curiosísimo: el escudo de Génova. “La isla de Lanzarote aparece siempre pintada de plata con una cruz roja, característica del emblema heráldico de la región italiana de Génova”. Afirma también Rumeu de Armas, que Lanzarotto Malocello estuvo en las islas, con toda seguridad, en las primeras décadas del siglo XIV: “rompiendo así las tinieblas de un pasado prehistórico y señalando ya un hito en la historia de las Islas Canarias”. Fue el Papa romano Clemente VI quien tomó la importante decisión de crear el Principado de la Fortuna en las Islas Canarias, en 1344, por eso también se le denomina las “Islas Afortunadas”. El escritor español B. Bonnet afirma que no fue Jean de Bethencourt el primer descubridor-conquistador del archipiélago canario, sino Lancelot Maloisel (Lanzarotto Malocello) en 1312 y que construyó una fortaleza, donde existe el Castillo Guanapay (Santa Bárbara) en Teguise.