EL MISTERIO DE UN NAVEGANTE GENOVÉS
“LANZAROTTO MALOCELLO” Iº PARTE
Cuando se tienen pocas noticias de una persona, se siente la necesidad de llenar el vació dejado por esta existencia. A veces, una sola palabra puede aclarar una idea y producir una reacción en cadena que incluso puede arrastrarnos hasta lugares impensables que nunca habríamos imaginado. Claro que los lugares no son sino palabras.
La paradoja de la Historia, una de tantas, es que se le puede atribuir hechos quizás a un emperador romano, ya fuera del periodo de lo lujos o incluso de la decadencia y a quien bien podríamos escribir como si le pudiéramos aún interrogar; sin embargo, sentimos esa sensación de “vacío” por un personaje que nos es “más cercano”. En el caso de Lanzarotto Malocello, esta pequeña emoción se convirtió en una gran existencia. La vida de esta persona data del siglo XIV, por lo cual podemos decir que tiene mil años y más aún con respecto a la de cualquier emperador romano, y, aun así, en su caso, nos aferramos a este pequeño mosaico de noticias que aparecen aquí y allá, pedazos de información y documentos notariales, procedentes de quién sabe qué archivo olvidado.
Lanzarotto Malocello era un navegante italiano de origen genovés, nacido en la ciudad de Varazze -que actualmente pertenece a la región de Liguria- y que según los historiadores e investigadores “fue el primer europeo que se estableció en la isla de Lanzarote, que dio el nombre a la isla, y que con su llegada marcó el redescubrimiento de la isla y de todo el Archipiélago Canario para la Europa del siglo XIV”.
El hito del redescubrimiento de Lanzarote y Canarias por Lanzarotto Malocello está considerado por algunos historiadores como un hecho excepcionalmente relevante dentro de la historiografía de los descubrimientos geográficos europeos, equiparable según algunos autores a la llegada de Vasco de Gama a la India o de Marco Polo a Asia.
“Malocello estuvo cerca de 20 años asentado en Lanzarote y su viaje sirvió para situar a Canarias en el mapa y por supuesto en las futuras rutas hacia África, Asia y posteriormente América, una vez Cristóbal Colón, tras pasar por Canarias 180 años más tarde, marcha al descubrimiento del Nuevo Mundo”, explica el autor.
Pese a su importancia, es poco lo que se ha investigado sobre la vida, viajes y trabajos del navegante genovés, aunque se han realizado algunos estudios que arrojan algo de luz sobre este personaje, recogidos en este libro escrito por:
Alfonso Licata, Presidente del Dante Alighieri de Canarias y
Presidente del Comité encargado de promover las celebraciones del VII centenario
Del descubrimiento de Lanzarote y las Islas Canarias por el navegante Italiano
Las Islas Canarias fueron durante el largo período de la “Baja Edad Media”, entre los siglos XIII y XV d. C., o incluso antes, las más soñadas de entre las “Islas Felices” que se decía que habrían surgido de algún lugar misterioso e impracticable del Océano Atlántico, Estas ya habían proporcionado el material onírico de los mitos helénicos y celtas, eran las quizás se imaginaban los navegantes y misioneros como San Brandán en la niebla, y la más bonita de todas, la “Isla Perdida”, habría poblado los sueños de Sancho Panza e, incluso, los de Guido Gozzanohasta inspirar a Francesco Guccini.
El periodo medieval, lleno de bestiarios, herbarios y lapidarios, no es ni mucho menos “aislado”, sin precipitarse a la hora de definirlo demasiado rápidamente como “fantástico”. En ellos coincidían tanto la imaginación propia del individuo, resultado de alucinaciones puntuales, como también el conocimiento que se tenía acerca de los autores clásicos, la práctica de la navegación, así como las voces difundidas y transmitidas. Por aquel entonces, también se navegaba en un camarote, leyendo un libro viejo, pero, sin embargo, se meditaba profundamente justo cuando uno se encontraba solo, abatido por el silencio del mar o aterrorizado frente al estruendo de la tormenta.
El destino de Lanzarotto Malocello se encuentra detrás de su nombre y apellido, en apariencia tan extraño, pero a la vez tan natural que su origen genovés resulta prácticamente obvio. Lanzarotto, un nombre guerrero que evoca la lanza de los caballeros que participaban en los torneos, y que simplemente es el equivalente genovés de “Lancelot”, el nombre del caballero de la Mesa Redonda propuesto en pleno siglo XII por Chrétien de Troyes, había convertido en Parzival en Alemania y Percivalle en Génova, un nombre también común en familia de los Doria.
Que los genoveses, al menos desde la segunda mitad del siglo XIII, dieran a sus hijos los nombres de grandes héroes de la literatura caballeresca que rodea al Rey Arturo, no es nada sorprendente. La moda de los libros de caballerías entorno a la búsqueda del Santo Grial había invadido toda la Europa del siglo XIII, junto con las modas caballerescas: pero Génova en particular. Hacia finales de siglo, el obispo, hagiógrafo y cronista dominicano, Santiago de la Vorágine, había hecho a partir de un viejo plato de masa vítrea verde, que desde hacía casi dos siglos yacía como tesoro de la catedral de San Lorenzo, el llamado “Sacro Catino” que los cruzados genoveses habían traído en 1102 de Cesarea Marítima como trofeo, el cual era en realidad una gloriosa pieza cívica puesto que era fácil de reconocer al tratarse nada menos que del Cádiz en el que Jesús había bendecido el vino en la Última Cena.
En las sagradas novelas sobre la temática del Santo Grial, Lancelot es el padre del héroe más puro de la Mesa Redonda, Galahad. Aun así no es de extrañar que , en aquella Génona medieval rebosante de hierro y perfumada de brea procedente de loa astilleros, la idea de dar el nombre de paladín de Arturo viniera justamente de una familia llamada Malocello, un apellido que hace pensar al flanco de un buque o a un callejón siN salida, y refleja tantos otros, no menos corsarios, con los cuales nos tropezamos ya desde las crónicas de Gaffaro quien, en el siglo XII, rechaza la identidad de los miembros de las “Compañías” que dieron lugar a la comuna. Esta forma de ser genovesa se confirma en una suerte de estrabismo generoso que, por un lado, mira hacia Tierra Santa y las costas marítimas sirio-libanesas, mientras por el otro tiene la vista puesta en las islas tirrenas, África septentrional, península ibérica e incluso la “infranqueables” Columnas de Hércules, que al final del siglo XIII habrían sufrido la profanación de los hermanos Vivaldi.
¿Se inspiró verdaderamente Dante en el viaje oceánico de los hermanos para su “loco vuelo” de Ulise
La popularidad de Lanzarotto Malocello como descubierto -hacia el año 1312- de aquella isla que más tarde se llamará Lanzarote, ya que ponía de manifiesto en 1339 en la carta náutica de Angelino Dulcert. Es difícil confirmar ai por aquel entonces ya se pensaba en el “nuevo” archipiélago como una parada en la que más tarde, se sobre todo gracias al infante portugués Enrique el Navegante, habría sido -con la navegación que se practicó después bordeando la costa africana- la “ruta oriental a la India”.
Con una doctrina que no consigue hacer transparentar la pasión subyacente, Alfonso Licata no se limita a recoger las pocas fuentes y las numerosas pero vagas huellas que pueden ayudarnos a reconstruir -ya que una biografía completa de Lanzarote sea probablemente imposible de escribir- al menos las vivencias de la progresiva entrega de los genoveses al océano de Occidente y por lo tanto del colombiano buscar el Oriente para el Occidente. En el transcurso de esta búsqueda, Licatase ha visto inevitablemente envuelto en aquel interés humanístico por las islas -expresado en los textos de Giovanni Boccaccio y Domenico Silvestris– que fue un componente fundamental del compromiso que se originó con el descubrimiento del Nuevo Mundo y, con ello, la creación del Occidente moderno. Aunque este descubrimiento haya dado lugar a la modernidad, tiene sus raíces en la más profunda antigüedad que, sin embargo, sigue más viva que nunca: la de los mitos del tiempo de los dioses y de la búsqueda del paraíso cristiano. Como canta Manuel Machado, solo aquel que persigue sus sueños, consigue romper las cadenas de la realidad y hacer lo imposible: “como creyeron, solos, los increíble / sucedió; que los límites del sueño / traspasaron, y el mar, y el imposible”.
Prólogo:
Profesor Franco Cardini
Catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Florencia
Presidente del Comité Científico de la Junta encargada de promover las
Celebraciones del VII centenario del descubrimiento de Lanzarote y las Islas
Canarias por el navegante Italiano Lanzarotto Malocello (1312-2012
Tuttavia, la grazia divina non esonera l’uomo dalle proprie responsabilità e dall’impegno della ragione, della razionalità, mentre viceversa la ragione del Poeta è ancora confusa, offuscata. Egli vive un momento assai buio, sta ricadendo nel baratro, allorché gli appare l’ombra dell’anima di Virgilio, alla quale si aggrappa invocando aiuto. Quest’ombra rappresenta simbolicamente la ragione umana cosciente e lucida, che, nutrita dal sapere, libera l’uomo dall’ignoranza, tiene alto il morale e sostiene la volontà umana, allontanando il peccato.
Virgilio tende la mano a Dante, gli offre il suo aiuto, proponendosi come sua guida per una parte del cammino che egli dovrà percorrere per attraversare l’Inferno (regno della sofferenza dannata), il Purgatorio (regno della sofferenza purificatrice) ed infine il regno della beatitudine, il Paradiso.
La redenzione che egli cerca non è soltanto la propria ma quella del mondo in cui vive: il fine della vita umana per Dante è duplice e riguarda sia il piano terreno che quello ultraterreno.
L’uso della ragione consapevole, limpida, senza malizia, aiuta l’uomo a liberarsi dall’ignoranza e dalle pericolose tentazioni, lo rende consapevole dei propri limiti e lo mette nella condizione di far fronte alle ragioni dell’infelicità terrena immaginando così un regno terreno ordinato e armonioso, privo di cupidigia, superbia ed invidia, tendente al modello del regno di Dio.
Lo scopo dell’Opera Divina, essenzialmente morale e pratico insieme, si mostra evidente all’attento lettore: Virgilio e il chiarore dell’alba appaiono nello stesso momento, laddove l’alba scandisce l’illuminazione interiore e il ritrovamento della coscienza razionale unitamente alla speranza di salvezza, che segneranno la strada del Poeta verso la redenzione e, quindi, la santificazione.
Dante, però, in alcuni passaggi della Commedia (Inferno I, Purgatorio XXXIII e Paradiso XVII), si rivela per ben tre volte profeta, presagendo la fine dei tempi …
Ed è proprio all’inizio del Poema, nel primo canto dell’Inferno, che si affaccia la prima delle profezie, allorché compare il Veltro, soggetto tuttora non identificato nella realtà (un Papa, un Imperatore, lo stesso Dante?), attore del ripristino dell’Autorità e della riconduzione della Chiesa all’antica purità, soffocandone le cupidigie.
Nel trentatreesimo canto del Purgatorio poi, attraverso la figura di Beatrice, preannuncia la punizione di Dio che si abbatterà sui responsabili della corruzione della Chiesa di Cristo. Un inviato del Signore ristabilirà la giustizia in Terra, calpestata e negata da governanti avidi, prepotenti ed incapaci, stroncando nel contempo il male che affligge la Curia pontificia e spazzando via la monarchia francese, fino a determinare il necessario rinnovamento politico e sociale.
Nel XVII Canto del Paradiso, infine, attraverso Cacciaguida si apprende il profetico avvento di Cangrande Della Scala, di appena nove anni, ma che presto dimostrerà il suo valore, la sua indole generosa e la grandezza delle sue imprese che lo porteranno a trasformare i poveri in ricchi e viceversa.
Voglia assoluta, esasperata ed irremovibile di riscatto del Mondo, dunque, leggiamo nei versi del Poeta, dietro la composizione di un’Opera che può definirsi sovrumana, al di là di ogni aspettativa ed immaginazione. Opera che oggi può ritenersi di assoluta, stringente attualità per la sorprendente somiglianza delle condizioni morali e materiale della società di questo tempo a quelle della vita dell’epoca in cui visse il Sommo Poeta.
Ed è proprio in questo particolare momento, in cui l’uomo del terzo millennio si sente smarrito e il futuro del nostro Mondo ci appare persino impossibile immaginare, dominando sempre più sentimenti di insicurezza, paura ed angoscia, Dante con i suoi versi, alla vigilia del settimo centenario della celebrazioni in suo onore, ci appare così attuale e d’ausilio a ritrovar la retta via per poi, chissà, tornare a riveder le stelle.
* Questo articolo è stato scritto da Alfonso Licata Presidente della Dante Alighieri de Canarias